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Apoyar a los hijos

2024-04-05

Entender el papel que juega el apoyo de los padres para el correcto desarrollo personal y espiritual de los hijos, es fundamental en la educación que le damos al menor desde las edades más tempranas. El apoyo debe ser el adecuado, ni más ni menos. No debemos confundir el apoyar con sobreproteger, la sobreprotección no es saludable para el desenvolvimiento social del niño y tarde o temprano se traduce en la aparición de consecuencias perjudiciales para él. Apoyar es un papel secundario, no principal. No debes opacar la responsabilidad de tu hijo mediante el apoyo que le das, él debe aprender a asumir las consecuencias de sus actos y a hacerse valer por méritos propios.

Durante el desarrollo de la presente guía, estaremos profundizando en el tema del apoyo a los hijos y cómo llevarlo a cabo de una manera eficiente, que no atente contra su desarrollo y sea de utilidad en la consecución de sus metas.

Apoyar es un papel secundario

Como decíamos anteriormente, apoyar es jugar un papel secundario. Apoyo no es actuar en nombre de tu hijo ni opacar sus responsabilidades. Tu hijo tiene deberes como todas las personas, tiene anhelos y deseos que requerirán de que se involucre de forma consecuente para lograrlos. Tu papel como padre es el de apoyarlo, brindarle tu mano como lo haría un amigo, pero no hacer las cosas por él. Si no le permites que se equivoque no podrá aprender, rectificar y perfeccionar sus métodos. No siempre le hacemos un bien al menor con nuestro apoyo, menos si este es desmedido y desproporcionado.

Aporta tus esfuerzos según se vayan necesitando, deja que tu hijo utilice sus propios recursos y experimente por sí mismo de qué es capaz y hasta dónde puede llegar sin tu ayuda. Permanece cerca para corregir de forma astuta, aporta tu experiencia, pero déjalo tomar sus propias decisiones y asumir las consecuencias de sus actos.

Evita la sobreprotección

Si bien es complejo, ya que nuestro amor de padre nos impulsa a ello, debemos evitar a toda costa la sobreprotección. Sobreproteger a tu hijo es un impedimento contra su formación y desarrollo personal y espiritual. No puedes bloquear todos los golpes que vienen hacia él, es importante que de vez en cuando experimente la sensación del fracaso y aprenda a lidiar con los reveses de la vida.

Cuando nos equivocamos aprendemos a medir las fuerzas, nos vemos motivados a probar nuevas maneras de intentarlo y nos vamos curtiendo ante la realidad de la vida. No siempre podrá contar contigo y no siempre es necesario que estés ahí. Tú eres su apoyo, pero él es el responsable y quien debe asumir los logros y las derrotas. Aprende a identificar dónde eres útil y dónde no, interésate por los anhelos de tu hijo y ayúdalo a motivarse y a comprometerse. Cuando en verdad lo requiera, estarás ahí para él, pero no le prives de la experiencia de aprender e intercambiar por sí mismo con el medio que lo rodea.

No cumplas con sus responsabilidades

Siguiendo con la idea anterior, procura no hacer tuya las responsabilidades de tu hijo. No siempre estarás a su lado ni podrás cargar con las consecuencias de sus actos. Las responsabilidades deben ser cumplidas por la persona a la que le pertenece, de lo contrario no podrá aprender el valor de sus acciones ni la necesidad de ser prudentes con las cosas que hacemos o decimos.

Si ve en ti un escudo ante sus errores, no tomará consciencia ni sabrá darle el valor que merece cada uno de sus actos. Cuando se cumplen las responsabilidades se valoran más los compromisos.