Transcripción Conociendo al cliente. Formulando suposiciones positivas
En el proceso de coaching de liderazgo, un aspecto vital que se sitúa en el epicentro es la habilidad de construir suposiciones positivas en relación con el coachee. Esta práctica no solo está presente en cada reunión, sino que se entrelaza de manera constante en la esencia del coaching.
Es una especie de fundamento en el cual se erige todo el desarrollo. Sin embargo, es posible que el concepto de suposiciones positivas parezca intangible y algo etéreo en su naturaleza. Se trata de un concepto que trasciende lo superficial y se sumerge en la profundidad del pensamiento y la perspectiva.
Si nos adentramos en este reino de suposiciones positivas, descubrimos que se trata de más que palabras amables y esperanzadoras. Es una forma de pensar, una postura que abarca la percepción que tienes del individuo que estás guiando. Cuando miras a tu coachee, ¿qué ves? ¿Eres capaz de vislumbrar más allá de las limitaciones aparentes y adentrarte en el terreno de su potencial? ¿Reconoces las fortalezas que yacen dentro de ellos? Este es el umbral desde el cual comienza el verdadero proceso de coaching.
Es como si estuvieras viendo a través de una lente que destaca lo positivo y lo prometedor. Al ofrecer esta visión en tus interacciones con el cliente, estableces un terreno fértil para la confianza y la autoestima.
Es como si les estuvieras diciendo:
- "Sé que tienes lo que se necesita para enfrentar los desafíos y alcanzar tus metas".
Al crear este ambiente de seguridad y apertura, inspiras a tu cliente a abrazar su propio potencial y avanzar con confianza.
Imagina el impacto que esta práctica puede tener en el individuo que está siendo guiado. Al ser recibido con suposiciones positivas, el cliente se siente validado, comprendido y respetado en su viaje de desarrollo. Estas suposiciones, lejos de ser simples declaraciones, se convierten en un reflejo de cómo te relacionas con ellos. Tu creencia en su potencial se traduce en un respaldo tangible que los impulsa a tomar medidas audaces y a enfrentar desafíos con valentía.
Pero aquí radica la clave: no es simplemente un acto de fe ciego. Más allá de la retórica, estas suposiciones están arraigadas en hechos concretos. Cada individuo, incluso en sus momentos de mayor duda o inseguridad, lleva consigo logros pasados, deseos profundos y capacidades subyacentes. ¿Cuáles son esos logros? ¿Cuáles son sus buenas intenciones? Esto te ayudará a conectar con tu cliente. Como coach, tu tarea es descubrir esas gemas ocultas y presentarlas a la luz.
No obstante, el proceso de construir suposiciones positivas no se limita únicamente a la perspectiva del coach. Requiere una profunda autoconciencia y un entendimiento de tus propios sesgos y prejuicios. Reconocer estas inclinaciones personales es esencial para garantizar que las suposiciones que haces sean genuinamente positivas y no influenciadas por juicios previos.
Además es importante acompañar las palabras con el lenguaje corporal correcto. Los gestos y la postura traducen mejor que nada tus verdaderos pensamientos o sentimientos, y los seres humanos estamos más que predispuestos a interpretarlos. Si existe algún conflicto entre lo que dices con palabras y lo que expresas con tu cuerpo el coachee lo captará consciente o inconscientemente.
Esto no significa que ignores las dificultades o los obstáculos. De hecho, es todo lo contrario. Al reconocer y abordar las barreras mentales que pueden estar obstaculizando el camino, abres las puertas a nuevas perspectivas y soluciones. Es un delicado equilibrio entre el apoyo y el desafío, entre reconocer la realidad y vislumbrar el potencial.
En este viaje, tu empatía juega un papel crucial. No te sumerjas en los problemas o los miedos del cliente, pero tampoco los ignores. Tu empatía te permite comprender sus obstáculos y, al mismo tiempo, te impulsa a diseñar acciones concretas para superarlos. Es un camino que requiere una comunicación efectiva y una actitud de crecimiento constante.
Al final del día, formular suposiciones positivas sobre tu cliente es más que una técnica, es un enfoque integral. Es una perspectiva que influye en cómo interactúas, cómo guías y cómo ves el potencial humano. Al tomar esta posición, te conviertes en un catalizador del cambio, un faro de posibilidad y un compañero en el camino hacia el crecimiento y el éxito.
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