Transcripción Conociendo al enemigo: autoconocimiento y coaching
El hombre no tiene peor enemigo que él mismo (Ciceron).
La cultura popular y la historia están repletas de proverbios, refranes y frases célebres que se refieren a este hecho. Y ha resultado ser cierto en más de un sentido. Sin embargo la parte que nos ocupa tiene que ver con esa lucha interna que libra cada persona cuando uno mismo se convierte en su peor enemigo.
Esta declaración se debe sin duda a factores como que nadie conoce tus debilidades como tú mismo, ni tiene la capacidad de tenderte la trampa perfecta como tus propias emociones, o de amplificar el daño exponencialmente como tus pensamientos. Sin embargo esto no quiere decir que sea un proceso totalmente consciente y ahí radica su peligro real.
¿Cuándo te conviertes en tu enemigo?
Una vez que te vuelves contra ti mismo es difícil no creer que todo el mundo está también contra ti (Paul Auster).
Cuando te conviertes en tu propio enemigo:
- Dejas que la opinión de otros te definan: no tienes por qué aceptar las criticas y los juicios que recibes de otras personas. Si interiorizas opiniones que te hacen sentir inseguro o que minen tu autoconfianza y autoestima, estás sembrando menosprecio, inseguridad y miedo. La decisión de sentirte discapacitado es tuya.
- Dejas que tus errores te definan: cada vez que se falla en un propósito interno promovemos las dudas. Por eso a veces cuesta enfrentar positivamente las situaciones desafiantes que se presentan, porque pensamos que saldrá mal. Así que solemos generalizar. Es necesario dejar de pensar en términos extremos y aprender de cada experiencia.
- Te tratas mal: utilizas un lenguaje muy fuerte y términos despreciativos en tus diálogos internos.
- Tu percepción juega en tu contra: nuestra realidad depende de la interpretación que hagamos de lo que vivimos, y podemos darle un sentido equivocado a las cosas. Hay que intentar ver las situaciones desde otro punto de vista. Algo que también sucede es que solemos personalizar todas las experiencias y no todo está relacionado con uno.
- Te subvaloras: solo ves tus debilidades y te crees incompetente para conseguir tus objetivos. Te enfocas en lo que no sabes y pasas por alto tus aspectos positivos o los logros. Paradójicamente estos sentimientos y pensamientos pueden ser la verdadera causa de que no progreses.
- Se refleja en tu comportamiento: te autosaboteas al tomar decisiones inadecuadas o incoherentes. Puedes entrar en procesos de negación u autoengaño realizando acciones que van en contra de tus valores y creencias.
- Se refleja en tu identidad pública: Debido a toda esta auto programación inconsciente transmites esa imagen a otras personas que te perciben igualmente incapaz, inseguro, apático, orgulloso, autosuficiente, prepotente, testarudo, etcétera.
¿Tiene nuestro enemigo interno una intención positiva?
Tu peor enemigo no puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos (Budha).
En realidad, el fin de cada comportamiento tiene una intención positiva para la persona que lo realiza. Generalmente es tan simple como buscar una emoción (o ideal) y evitar su opuesto, por ejemplo buscar placer y evitar el dolor, o buscar tranquilidad y evitar incomodidad. Cuando algo desafia este mecanismo podemos reaccionar de diferentes formas, podemos ser asertivos, proactivos o caer en la inercia. Podemos actuar a nuestro favor o en nuestra contra.
Entre las interferencias más comunes están:
- El miedo: la mayoría de los cambios causan miedo. A la hora de enfrentar nuevos retos, de hacer cosas nuevas, lo que termina frenándonos es el miedo. Miedo descubierto o disfrazado, como una forma de protegernos, una defensa. El miedo es una señal para que tengamos cuidado pero no podemos dejar que nos domine y tratar de justificarlo. Es la principal distracción que nos desvia de nuestro camino.
Podemos sentir miedo de hacer el ridiculo, de que los demás no nos aprueben o reconozcan, de cometer errores, de fallar. Estas experiencias nos causan mucho malestar, por eso la primera respuesta ante una situación parecida es el miedo. Por eso somos capaces de crear inconscientemente todo tipo de excusas para evitar la ocasión de sentirnos mal o incómodos. Lo malo es que si no cambias nada, nada cambiará.
- La culpa: si interiorizamos y aceptamos lo que dicen de nosotros nos convertimos en nuestros peores críticos así que nos culpamos y castigamos. Esto daña a nuestra autoestima y desempeño.
Igualmente una respuesta muy común puede ser culpar a los demás como justificación por no conseguir lo que queremos y no aceptar nuestra parte de la responsabilidad en lo que nos ocurre.
Consejos para reconciliarte contigo mismo
El mejor guerrero es aquel que consigue transformar al enemigo en amigo (Paulo Coelho).
Timothy Gallwey, uno de los primeros exponentes del coaching nos ofrece esta simple fórmula: resultados=potencial-interferencias. La mayoría de las veces la interferencia eres tú mismo. Si consigues aceptarte cómo er
conoce enemigo