No te centres en problemas menores

No te centres en problemas menores

Es importante que aprendamos a manejar nuestras energías a la hora de enfrentar los problemas que se van suscitando. No necesariamente debemos estar al pendiente de cada situación problemática, sino que debemos saber discernir entre aquello que verdaderamente demanda nuestra atención y lo que no es imprescindible para nuestro progreso y estabilidad emocional. La vida, en toda su complejidad, está plagada de adversidades y situaciones que escapan a nuestro control, lo que ocasiona que muchas veces nos veamos sesgados ante eventualidades que no son tan importantes como creemos.

Durante el desarrollo de la presente guía, hablaremos de la importancia de saber distinguir entre los problemas importantes y los problemas mínimos, para que aprendamos a centrarnos en los primeros sin malgastar nuestras energías en los segundos.

Cómo saber si un problema es verdaderamente importante?

Cuando nos encontramos ante la aparición de diversos problemas a la vez, lo más inteligente es comenzar por clasificarlos entre problemas importantes y problemas mínimos.

Los problemas importantes son fáciles de detectar porque cumplen con una serie de características generales como:

• No pueden ser postergados.
• Si no los erradicamos a tiempo, podrían traer consecuencias muy perjudiciales.
• Nuestro desarrollo se encuentra obstaculizado por la presencia de estos problemas.

En cambio, un problema mínimo es solo una situación adversa, algo que no ha resultado como esperábamos y que nos provoca ansiedad o frustración. Aunque son molestos, no impiden nuestro avance ni requieren atención urgente. Muchos de estos problemas pueden desaparecer con el tiempo o mediante pequeñas acciones, por lo que centrarse en solucionarlos puede suponer un mal aprovechamiento de nuestro tiempo y energías.

Atiende a tus problemas mínimos solo cuando hayas solucionado los problemas importantes

Una vez clasificados tus problemas, procede a centrar tu atención en los problemas importantes. A medida que los resuelvas, tendrás más tiempo para aquellos que no son urgentes. Puedes trabajar en tus problemas mínimos una vez que los problemas importantes hayan desaparecido. Así, solo quedarán aquellos que no se hayan podido resolver con el tiempo y que requieren una mínima implicación de tu parte.

Esto es coherente con la idea de trabajar primero en las situaciones más complejas para luego enfocarnos en las más sencillas. Normalmente, al solucionar lo que más trabajo requiere, el resto será percibido como nimiedades, que podremos ejecutar incluso cuando nuestras energías no están en óptimas condiciones.

Combina la solución de problemas mínimos con problemas importantes que estén relacionados

Aunque hemos recomendado enfocarnos primero en los problemas importantes, una estrategia útil en algunas ocasiones es vincular los problemas mínimos con aquellos que estén relacionados.

Esto significa que si trabajas en un problema importante y detectas un problema mínimo que comparte la misma solución, puedes abordar ambos a la vez. Esto te permitirá ahorrar tiempo y energía al no tener que atenderlos por separado. Sin embargo, es importante recalcar que este recurso solo aplica a problemas que comparten la misma naturaleza; en ningún caso debes desatender un problema importante para trabajar en otro que no es urgente.