Transcripción Fases del proceso decorativo
La decoración de interiores del hogar o de pequeños negocios al parecer resulta una tarea relativamente sencilla para la cual se requiere únicamente algo de gusto estético y mucha imaginación; sin embargo, eso no es suficiente ya que los continuos cambios que se producen en todas las esferas de la vida moderna, hacen que la persona encargada de la decoración, requiera de una gran cantidad de conocimientos estéticos y técnicos actualizados.
El desarrollo de los proyectos decorativos debe efectuarse por fases o etapas que vayan indicando el camino a seguir para adecuar el espacio a las necesidades del cliente.
Planificar el proyecto por fases posibilita evaluar al finalizar cada etapa: la calidad del trabajo, el uso del presupuesto asignado y el cumplimiento de los plazos previstos. Todo ello permitirá ir solucionando de manera inmediata los errores o inconformidades y evitando a tiempo la aparición de nuevos obstáculos.
Primera fase: Toma de datos
Esta fase se inicia con la entrevista en la que el cliente refiere sus necesidades y principales ideas sobre los resultados estéticos que pretende conseguir. Este primer contacto puede resultar más fructifero si el decorador muestra imágenes de sus trabajos previos, con el fin de aportarle al cliente ideas que le permitan modificar o consolidar sus concepciones originales del proyecto.
La toma de datos comprende también la realización de un croquis a partir de las mediciones realizadas por el decorador de cada una de las habitaciones así como de la distribución de puertas, ventanas, mobiliario y otros elementos significativos. El croquis debe incluir el mayor número posible de datos; por ello se confeccionan vistas adicionales que ayuden a esclarecer hasta los más mínimos detalles del proyecto decorativo: orientación de la estancia, accesos de luz natural, estado de los elementos arquitectónicos, etcétera.
Para reforzar los datos recogidos en el croquis podemos realizar suficientes fotografias del espacio a decorar y solicitar al propietario ─si existieran─ los planos arquitectónicos originales o de reformas del local. La toma de datos es crucial para el desarrollo posterior del proyecto, por lo tanto, se deben anotar todos los detalles referidos por el cliente así como todos los acuerdos o compromisos que se establezcan entre ambas partes en cada contacto.
Segunda fase: Definición del concepto
Después de recopilar y organizar la información obtenida a través de las entrevistas con el cliente y analizar todos los datos plasmados en el croquis, el decorador debe establecer las características generales que definirán el naciente proyecto, por ejemplo: la función de cada uno de los espacios, el tipo de mobiliario, la utilización de la luz, los colores, las texturas; el estilo decorativo predominante, etcétera.
Al desarrollar esta etapa ─que es la más creativa─, se deben revisar algunos proyectos anteriores ─propios o ajenos─ que estimulen la imaginación y ayuden a encontrar las soluciones más adecuadas para cada problemática.
La idea conceptual se plasma generalmente en varios croquis y esquemas confeccionados a mano alzada que se revisan conjuntamente con el cliente y demás personas involucradas en el proyecto. Después de realizar las modificaciones acordadas se vuelve a evaluar por los interesados, hasta encontrar la aprobación de todos y pasar a realizar el anteproyecto.
Tercera fase: Confección del anteproyecto
En esta fase se confeccionan los planos de planta, o sea las representaciones a escala que muestran la relación entre los espacios, el mobiliario y demás elementos decorativos ─colores, iluminación, texturas, accesorios, etcétera─. Estos planos permiten valorar si las medidas y posición de cada uno de los objetos que componen una estancia están en correspondencia con sus funciones, satisfacen las exigencias del cliente y aportan valores estéticos.
Los decoradores generalmente emplean programas informáticos para confeccionar planos en tres dimensiones (3D), estos permiten una mejor apreciación de todos los elementos que conforman el interior, lo que posibilita presentar al cliente una imagen del espacio mucho más cercana a la que se obtendrá al final del proyecto.
Cuarta fase:
proceso