Transcripción Las asunciones sobre nuestros hijos
Es muy común durante la etapa de crianza de nuestros hijos, creer que sabemos todo lo importante para enfrentarse al aprendizaje de la vida diaria.
Asumimos que conocemos cuáles son sus necesidades materiales, pero desconocemos sus inquietudes personales pues son solamente internas. Si no enriquecemos nuestra relación de confianza con ellos, entonces estaremos más lejos de lo que pensamos. Muchas veces tenemos la intención de hacerles responsables de deberes en función de su propia educación. Pero, ¿hasta qué punto estamos aportando a sus intereses?
Los jóvenes tienen prioridades diferentes de los adultos, e incluso asumen las responsabilidades de forma menos estricta; tanto los estudios como las actividades de recreo frecuentes forman parte de su aprendizaje. La juventud es una etapa que ya nosotros transitamos, desde cierta distancia pretendemos acomodarles la vida e incluso tomar partido en sus elecciones para un mejor camino.
Expectativas sobre nuestros hijos.
Es natural crear expectativas sobre nuestros hijos sobre cómo deben ser o cómo quisiéramos que sean. La parte que suele salirse de control es cuando, con el fin de lograr nuestra voluntad, ignoramos sus propias preocupaciones sobre a dónde quieren llegar en la vida. Caemos en el error de usar inconscientemente nuestras frustraciones para que ellos las superen o vuelvan realidad lo que no pudimos cumplir.
Cada persona tiene una visión que con el tiempo consolida en perfiles de identidad donde desea realizarse, ya sea en aspectos profesionales o personales. Como padres, si la prioridad es educar a jóvenes independientes y capaces de tomar decisiones, la mejor opción es apoyarles en sus propias expectativas evitando imponerles un patrón de vocación.
El bien y el mal.
Durante el proceso de formación de un adolescente, resulta ser una costumbre declarar qué está bien y qué está mal, para ello solemos usar erróneamente una metodología impositiva con la finalidad de fomentar la obediencia. ¿Acaso son los padres agentes represores o podemos convertirnos en sus consejeros?
Dependiendo del tipo de relación que se construya con los hijos, tenemos la responsabilidad de ser tomados en cuenta o no según como nos dirigimos a ellos. La juventud se caracteriza por ser la etapa del desarrollo de la inteligencia y el pensamiento racional. Estamos ante el reto de ayudarles a diferenciar la intencionalidad de las acciones y su repercusión a través del tiempo. Una buena acción aporta beneficios de vuelta, y una mala acción trae consecuencias. Los jóvenes no tienen por qué saberlo todo, así que de una manera persuasiva y didáctica buscamos estimular su nivel de autodeterminación, siendo ellos quienes logren obtener su criterio sobre una actitud correcta.
La independencia emocional.
La independencia emocional es un factor importante en todo ser humano. Si bien a muchos les cuesta comprender esta característica de valor, es fundamental contribuir a que nuestros hijos desarrollen su personalidad mientras proyectan sus aspiraciones.
Los jóvenes dependientes emocionalmente de los padres, suelen auto limitarse a emitir criterios personales esperando obtener una aprobación o validación externa. También es bueno que sean desobedientes en algunas cuestiones, se planteen sus propias reglas a cumplir, y gocen del beneficio de sus propias decisiones; es señal de que están en la búsqueda de su propia identidad.
Establecer comparaciones.
Suele ser incómodo cuando nos comparan con otras personas, sobre todo con hermanos o amigos. La desigual aprehensión de habilidades y capacidades de nuestros hijos es algo que les puede perm
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