Educar con firmeza
Dedicar tiempo a construir el respeto y la confianza en nuestros hijos merece la pena.
Educar con firmeza, al contrario de lo que se cree, no tiene en cuenta la represión, obligación o miedo, sino justamente eso: firmeza. Ser capaz de no transgredir límites o mantener la coherencia entre lo que dices y haces. ¡Eso es ser un buen padre!
En este video compartiremos las características de este estilo educativo y el papel que debes seguir tú como madre o padre que requiere atención y entrega a este proceso.
El poder.
Es importante distinguir entre autoridad y poder. Mientras que el poder se basa en el miedo y la subordinación, la autoridad se fundamenta en el respeto. Sin embargo, a veces creemos que tener la autoridad implica que se haga lo que queramos.
Esto puede llevar a discusiones con tus hijos en las que cuestionan tu mandato. Es entonces cuando llega la famosa respuesta cargada de autoritarismo: [Soy la madre y tengo el derecho de decirles qué hacer y qué no].
La autoridad.
La autoridad, vista desde un punto de vista negativo, es aquella que utiliza el poder para mandar, obviando las necesidades humanas. Un ejemplo de esto es cuando decimos: [Me da igual que no quieras. Tienes que obedecerme].
Ser autoritario, en este sentido, te hace creer que tienes el derecho de dirigir la vida de tus hijos. Sin embargo, al hacerlo, estás ignorando que tus decisiones también repercuten en el núcleo familiar.
Autoridad y firmeza.
En contraposición a la autoridad negativa mencionada anteriormente, la autoridad favorable o positiva se refiere a influir sin imponer. Entonces, ¿se puede tener autoridad sin necesidad de un régimen estricto que obedecer?
En efecto, los padres que desarrollan un estilo educativo firme pueden lograr tener autoridad sin necesidad de imponer un conjunto de reglas demasiado rígidas. Una educación firme da como resultado normas flexibles a las que atenerse.
Estilo educativo basado en la firmeza.
Para establecer un estilo educativo basado en la firmeza, es importante que:
- Tu hijo sienta que puede expresar su opinión en el ambiente familiar.
Si necesitas ayuda en el mantenimiento de la casa, dialoga con él y pidele su colaboración:
- [Yo trabajo todos los días, ¿crees que podrías ayudarme los fines de semana?]
- Utilice su respuesta para enfocar la conversación hacia el área en la que necesitas ayuda.
- Te exprese de manera directa si deseas que tus hijos te ayuden más activamente con las tareas domésticas. Por ejemplo: “Tienes que ayudarme con las tareas del hogar, como sacar la basura”.
- Explique el porqué de lo establecido. A menudo, damos por sentado que las normas son obvias, pero en realidad pueden surgir ciertas
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